miércoles, 9 de septiembre de 2009

LOS PIJOS

L a situación padecida por el pueblo serrano de Pozuelo, uno de los pueblos con mayor renta por habitante de España, ha desencadenado una verdadero alubión de opiniones especialmente identificadas con la extracción social de los beodos descerebrados que provocaron el motín y a punto estuvieron de producir una verdadera tragedia más propia de principios del siglo XIX que de principios del siglo XXI. Se especula razonablemente con la supuesta estirpe de los cientos de críos iracundos y borrachos que provocaron los gravísimos incidentes, y se analizan las condiciones sociales de su entorno. Chicos en general de muy buenas cunas, con abundancia de dinero en el bolsillo, sin vínculos afectivos en el ámbito familiar, sin obligaciones ni tareas, permanentemente ociosos en un entorno de comodidad extrema que propone la ausencia completa de responsabilidades y la anulación de la necesidad como estímulo vital. Es posible que así sea, y que este prototipo de pijo sin obligaciones, inoperante y rumboso, al que sus padres han hipotecado su afectividad a la satisfacción de cualquier capricho, políticamente fachoso y socialmente inaguantable, sea el protagonista de la noche trágica de Pozuelo, pero para la conciencia colectiva no debería bastar porque no estamos ante una verdad universal. Se maman y aterran los kale borroka vascos, los radicales nacionalistas catalanistas, los desarraigados antisistema, demostrando lo necesario que es recuperar los principios éticos de razón y autoridad. Padres, colegios, gobiernos... Es cosa de todos.
Manuel Orío

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